Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?
1 Reyes 19:11-13
Elías sabía que el sonido de un suave susurro era la voz de Dios. Se dio cuenta de que Dios no se revela a sí mismo solo de maneras poderosas y milagrosas. Si buscamos a Dios solo en grandes demostraciones, podemos perderlo porque a menudo se le encuentra susurrando suavemente en la quietud de un corazón humillado.
¿Estás escuchando a Dios?
Aléjese del ruido y la actividad de su ajetreada vida, y escuche con humildad y en silencio su guía. Puede llegar cuando menos te lo esperas.
Leamos la Biblia: 1 Reyes
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