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Así que Abram tuvo relaciones sexuales con Agar, y ella quedó embarazada; pero cuando Agar supo que estaba embarazada, comenzó a tratar con desprecio a su señora, Sarai (…) Entonces Sarai comenzó a tratar a Agar con tanta dureza que al final ella huyó.

Génesis 16:4-6 NTV

El desprecio, el mal consejo y la crueldad forman un triángulo de violencia peligroso, pero si obedecemos lo que Dios nos pide que hagamos, podemos transformarlos en círculos de respeto y cordialidad, que nos ofrezcan un futuro y una esperanza.

Pidamos perdón si hemos despreciado o sido crueles en el pasado. Busquemos el consejo de Dios para reconciliar las relaciones laborales y familiares dañadas. ¡Hay naciones hijas de estas mujeres, como los israelitas y los árabes, que dependen de ello!

La sanidad de las heridas del pasado puede cambiar nuestro futuro, por medio de la reconciliación.

Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación.

2 Corintios 5:18

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