Y dijo: Bendito sea Jehová, Dios de Israel, que habló a David mi padre lo que con su mano ha cumplido, diciendo: Desde el día que saqué de Egipto a mi pueblo Israel, no he escogido ciudad de todas las tribus de Israel para edificar casa en la cual estuviese mi nombre, aunque escogí a David para que presidiese en mi pueblo Israel. Y David mi padre tuvo en su corazón edificar casa al nombre de Jehová Dios de Israel. Pero Jehová dijo a David mi padre: Cuanto a haber tenido en tu corazón edificar casa a mi nombre, bien has hecho en tener tal deseo. Pero tú no edificarás la casa, sino tu hijo que saldrá de tus lomos, él edificará casa a mi nombre. Y Jehová ha cumplido su palabra que había dicho; porque yo me he levantado en lugar de David mi padre, y me he sentado en el trono de Israel, como Jehová había dicho, y he edificado la casa al nombre de Jehová Dios de Israel. Y he puesto en ella lugar para el arca, en la cual está el pacto de Jehová que él hizo con nuestros padres cuando los sacó de la tierra de Egipto.
1 Reyes 8:15-21
Durante 480 años después de la huida de Israel de Egipto, Dios no les pidió a los israelitas que le construyeran un templo; en cambio, enfatizó la importancia de Su presencia entre ellos y su necesidad de líderes espirituales.
Es fácil pensar en un edificio como el foco de la presencia y el poder de Dios, pero Dios elige y usa a las personas para hacer Su obra.
Él puede usar un edificio de madera y piedra, por lo que puede ser necesario construir o ampliar nuestro lugar de culto, pero nunca debe tener prioridad sobre el desarrollo de líderes espirituales.
Dios sigue buscando personas.
Leamos la Biblia: 1 Reyes
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