Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
Prov. 31:30
Tu temor de Dios será tu distintivo.
Ya hemos leído sobre la importancia de vestirse con la unción del Señor. Hay que vestir nuestro ropaje de realeza en todo momento, y no se refiere a la calidad de los materiales, sino a la calidad de la persona que los viste.
Mujer, tu valor no proviene de tu apariencia ni de la comparación física con otras mujeres, todo eso es pasajero; sino de la confianza que has depositado y la sujeción que has ejercido para el Señor, porque eso sí tiene garantía eterna.
El resultado de la mansedumbre que tú muestres ante la Voluntad del Padre te llevará a adquirir dones del Espíritu que te harán sobresalir por mucho entre las demás, y son esos dones -no la competencia con otras mujeres-, los que traerán felicidad a tu vida.
Si llevas una vida rendida a la obediencia a Dios, verás Su poder en todo y tus caminos serán prosperados; el miedo no tendrá espacio tu vida, sólo el gozo, la paz y la alegría como resultado del carácter firme de servir al Señor.
Y si quieres compararte con alguien, que sea con Jesucristo. Él pone la muestra.
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