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¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?

Jesús sabía que había venido de Dios, que iba a volver a Dios y que el Padre le había dado toda autoridad; así que, mientras estaban cenando, se levantó de la mesa, se quitó la capa y se ató una toalla a la cintura. Juan 13:3 DHH

La identidad en una persona determina su origen, propósito, dirección y un destino específico en su vida.

El pecado arruinó la unidad, la igualdad y la afinidad entre los hombres y las mujeres, y entre la humanidad y Dios, desfigurando su imagen y su percepción del mundo, haciéndolos vivir como huérfanos apartados de su Padre, su familia, sus negocios y su herencia.

Nuestro Padre nos ha dado una identidad basada en su misma esencia por la fe en su Hijo Jesús sin distinción de raza, lengua, nación (Apocalipsis 5:9), ni tampoco condición (Gálatas 3:28). Él nos amó primero y sin condición.

Por la fe en Jesús ahora sabemos que venimos del Padre y a Él regresaremos, pero en el trayecto, Él nos ha dado autoridad para servir a los demás con amor para que ellos también regresen a la casa del Padre.

Nuestra identidad de hijo está basada en el ejemplo de Cristo, a medida que le imitemos y Él sea formado en nosotros, el Espíritu Santo nos mostrará el parecido que tenemos nuestro Padre.

Como Hijo de Dios debes:
• Aprender la obediencia. (Hebreos 5:8)
• Relacionarte con tu Padre. (Mateo 6:6)
• Recibir la corrección para ser perfeccionado. (Proverbios 3:12, Hebreos 12:6-7)
• Honrar a tu Padre. (1 Samuel 2:30, Efesios 6:2-4)
• Servir a los demás (Filipenses 2:8).
• Capacitarte en los negocios del Padre (Lucas 2:49, Gálatas 4, Romanos 8:17)

Si tú has pecado y te sientes indigno de ser llamado hijo de Dios, recuerda que aunque el pecado deformó tu imagen, Dios se ocupó de restaurar Su imagen en ti a través de Jesús. Vuelve a casa, tu familia te espera.


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