He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Apocalipsis 3:20
Este pasaje nos invita a reunirnos con Jesús, pero como decíamos al principio de esta serie, no es que él se hubiera apartado de nosotros, no es que no tuviéramos pastor, es que nosotros a veces somos los que nos apartamos de Él y lo dejamos fuera de nuestra vida.
Jesús está a la puerta porque tal vez nosotros lo sacamos de nuestra vida, de nuestra rutina, nuestros pensamientos, decisiones y acciones.
Toma esta serie en cuenta para evaluar a qué distancia has puesto a Jesús. ¿Está Él contigo en todo? ¿Él autoriza todos tus movimientos? ¿O lo has sacado de la jugada?
A veces nos preguntamos ¿dónde está Dios? cuando sucede algo malo, y no nos damos cuenta que lo hemos dejado afuera, en la puerta; y Él está esperando a que lo volvamos a dejar entrar.
Recuerdas que el pueblo de Jerusalén fue dispersado a causa de que su fe no era genuina y que fueron reunidos nuevamente casi mil novecientos años después? Esta profecía de dispersión y de restauración fue escrita en la Biblia por el profeta Ezequiel y cumplida en 1948. Esta es una señal de que Jesús está a la puerta, Jesús está cerca, llamándonos.
¿Estamos escuchando su voz? ¿Estamos atendiendo sus Palabras? ¿Estamos obedeciendo Su voluntad?
Si nuestra respuesta es sí, entonces podremos estar y disfrutar juntos.
Da gracias a Dios por este tiempo de reunión con Él, si les has dejado fuera de tu vida invítalo a pasar de nuevo y a tomar el control de todo a tu alrededor, cuenta con que Él no te defraudará y podrás disfrutar de Su presencia.
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