Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento.

1 Timoteo 6:6

Gran ganancia es estar contento con compartir el mensaje de salvación en los que están perdidos.¿Recuerdas cuando tú lo estabas?Cuando el agua te llegaba hasta el cuello? Cuando la tristeza te aplastaba? Cuando el pecado te acusaba?¿Cómo te sentiste el día que Jesús abrió tus ojos? Y quitó tus cargas?Cuando te levantó del suelo, te besó y te abrazó con su perfecto amor sin condición?Cuando limpió tus lágrimas, lavó tus heridas y cambió la manera en que el mundo te conocía, dejando tu vida pasada atrás y vistiéndote de dignidad, sólo por pura gracia?No hay historia ni filosofía que se compare con ser rescatado de la vergüenza, el dolor y la muerte, sólo por amor.Ese es el mensaje de salvación que hay en Jesucristo y nos llena de gran ganancia: de piedad.De experimentar la redención y compartirla con otros, no porque nosotros éramos buenos, sino porque sin serlo, hubo uno que nos miró, nos abrazó y nos restauró.Tomó nuestras piezas rotas y las unió, llenó los huecos de las que faltaban y las llenó con su presencia.

Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros. 2 Corintios 4:7

¿Qué tesoro más grande hay que este?Que aunque estemos atribulados, no hay angustia; si estamos en apuros, no hay desesperación; aunque seamos perseguidos, no estamos desamparados y si hemos sido derribados, no hemos sido destruidos, porque las grietas que dejan las cicatrices manifiestan que la vida de Jesús ahora está en nosotros.

No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. Lucas 12:32

Pequeños míos, no teman. El Padre en su bondad ha decidido darnos el reino, porque gracias a su Hijo, él nos ha hecho reyes y ya no somos mendigos.No busquemos tesoros aquí en la tierra, donde todo eso se perderá, sino hagamos tesoros en el cielo.Que el reino de Dios y su justicia sea nuestro tesoro.

Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:21

Pongamos nuestro corazón en el cielo, en las cosas de arriba, viendo más allá de lo natural y buscando siempre la sobrenaturalidad de Dios.

Compartamos la piedad y el contentamiento con los demás, especialmente con los que menos la merecen, porque son los que más la necesitan, y la encontraremos.

Oremos para que el Señor nos haga discernir el tiempo que estamos viviendo que habiendo reconocido su gracia, podamos hacer su Voluntad y darla a conocer a otros con compasión y alegría en cualquier circunstancia.Lee Mateo 6 y Lucas 12