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Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.

2 Timoteo 1:9

La cuarta instrucción es: ¡Tú tienes un llamado y un propósito! ¡Obedécelo!

El mundo intentará hacerte creer que hay cosas que no son para ti, que no todos tienen el llamado, que hay gente que nació para el ministerio y que tú no, ¡eso no es verdad!

Jesús resucitado envió a los doce, antes de ascender al cielo a ir y hacer discípulos. Si alguien te habló de Cristo, y creíste en Él, tú estás llamado a ser discípulo, a ser bautizado y enseñado para ser cuidados de obedecer todo lo que la palabra de Dios dice, y a saber que Jesucristo está contigo todos los días de tu vida.

Tú eres un discípulo en entrenamiento. Pedro, Andrés, Jacobo, Juan, Tomás, Tadeo, Mateo y los demás, fueron discipulados por Jesús durante tres años. Acércate a un maestro en tu iglesia y dispón tu corazón a servir.

Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.

1 Corintios 12:4-6

Hay muchas formas de servir a Dios, ¿estás dispuesto a pagar el precio?

Encontré una publicación en Facebook que decía algo parecido a esto:

El llamado trae lágrimas, calumnias, guerras, conflictos, desanimo, soledad, desprecio, cargos, responsabilidades, estrés, pensamientos de derrota, dudas, piedras, traiciones, persecución, vergüenza, temor.

Pero el llamado también nos hace orar más, ayunar más, leer más Biblia, nos hace conocer más la misericordia de amor y su inmenso amor  a pesar de nuestras fallas, nos hace perdonar más y amar más a los demás; nos hace sentarnos a la misma mesa con Cristo y con Judas, nos enseña a restaurar a Pedro y a levantarle, a orar por Saulo y verlo convertirse en Pablo.

Nos acerca más al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y también a su iglesia, nos enseña a pelear la buena batalla, a portar dignamente la armadura de Dios y a restaurar con mansedumbre, a abrazar al pródigo y a lavarle los pies al sencillo.

Si sufrimos, también reinaremos con él; si le negáremos, él también nos negará. Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo.

2 Timoteo 2:12-14

Si has dudado de tu llamado, toma un tiempo para hablar con Cristo y comprometerte con Él.

No lo ignores, no te rindas, hay personas que ahora creen por que tú les compartiste tu fe. Ahora ellos también son herederos de las promesas de Dios.

Todos esperamos que Cristo regrese pronto por nosotros, pero ¿cuántos faltan de conocerle? Tu padre, tu hermano, tu hijo, tu amigo o vecino….

Es por ellos que seguimos de pie, es por ellos que seguimos caminando no por vista, sino por fe, para que ellos sepan que así como a nosotros, Dios nos amó primero.

Serie: TIMOTEO (el que honra a Dios)


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