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Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. 

Juan 13:14

Tal vez hasta aquí nos parezca difícil poder lograr la humildad y la mansedumbre, pero Jesús, como buen maestro, nos pone el ejemplo.

Y como toda enseñanza, siempre va haciéndonos crecer más y más, Jesús nos lava los pies para que nosotros lo hagamos con los demás, especialmente a Judas que está a la mesa.

El que quiera ser el mayor, le dijo Jesús a sus discípulos, tiene que servir a todos.

(Y eso incluye a los viles y menospreciados)

Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. 

Juan 13:7

Jesús sabía quién era Judas, y aún así lo escogió.

Jesús sabía que Judas era ladrón, y le dio el ministerio de las finanzas.

Jesús sabía que buscaba ocasión para entregarle, y aún así cenó con él y lavó sus pies.

¿Por qué Jesús hizo esto?

Porque Jesús quería darle una oportunidad.

Si Judas se hubiera arrepentido y hubiera regresado a Jesús con humildad después de haberle entregado, Jesús le hubiera perdonado.

En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.

1 Juan 4:18

Judas lleno de acusación se ahorcó, porque aunque vivió con Jesús tres años, tuvo el mejor líder, el mejor maestro, el mejor amigo, el mejor equipo y aún así fracasó, porque nunca dejó que su actitud y su carácter fueran transformados. Judas murió lleno de condenación y de temor, porque nunca conoció realmente a Jesús, para él era un maestro, cuando debió haber sido su Señor. Judas no permitió ser perfeccionado en el amor.

Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho. Mateo 26:25

Judas oía a Jesús pero no entendía, no creía y no sabía… ¿soy yo? Preguntó.

¿Habrá algo que esté velando nuestros ojos y que nos impide que nuestro carácter sea transformado verdaderamente por Jesús?

Oremos este día: Señor, quita todo velo de mis ojos, no quiero que mi vida esté llena de conocimiento nada más, sino de tu presencia. Transforma mi vida de tal forma que pueda sentarme con Judas y lavar sus pies, ayúdame a darle una oportunidad, a enseñarle y servirle con amor. Quiero ser perfeccionado en el amor. Tú me pusiste el ejemplo, así que si tú estás en mí, podré hacerlo, quero ser manso y humilde, como tú lo fuiste con Judas, y conmigo. Ayúdame a ser suave, gentil, dócil y amable con todos los que voy a convivir esta semana, sin condición. Amén.

Serie: MANSOS y HUMILDES


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