Hace unas semanas el Señor me dejó ver un saco lleno de semillas que tenía un agujero a un lado por el cual se caían.

Mi instinto natural fue acercarme a tapar el hoyo pero Él me dijo: no la detengas, es para el débil, el menesteroso y el extranjero en la tierra.

Poco a poco, el agujero se hacía más grande y una cantidad enorme de semillas caía.

Me quedé con eso en mente: deja caer la semilla.

Y me puse a mirar al futuro.

La semana pasada, dos personas me llamaron en obediencia para consentir mi corazón, la primera agradeciendo la Palabra y la segunda pidiendo más (porque en mi propia prudencia yo había dejado de enviar mensajes).

Esta última, me explicaba que pertenece a un ministerio de apoyo a enfermos terminales que integra un grupo de más de 50 miembros de whatsapp en situación delicada a los que sólo tiene acceso por este medio.

Ella me puso a mirar al pasado.

Recientemente le habían pedido que por favor siguiera enviándoles mensajes y ella se excusó porque tampoco los recibía; yo había dejado de hacerlos, ¡había detenido la semilla!

Desde entonces trato de traer suficientes semillas en mi morral y procuro que tenga un agujerito; no siempre tengo el ánimo, ni las fuerzas para cargarlas y/o compartirlas, pero veo que caen y sé que es Dios el que da el crecimiento oportuno y las llevará aún mas lejos de lo que mis ojos ven.

También sé que si yo no lo hago, Él mandará a otro obrero, pero yo quiero ser parte de Su fuerza de trabajo, porque soy yo la que lo necesito a Él.

Toma un saco con semillas y hazle un hoyito, si no puedes repartirla, por lo menos irán cayendo algunas en el camino.

| Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo Jehová vuestro Dios.Levítico 19:10

¡Dios te bendiga!