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Antier en la noche, orando con mis hijos, el más chiquititillo me dio una lección: oró por los que nos maltratan y son nuestros enemigos.

– Porque así lo dice la palabra de Dios mami- me dijo; y empezó a nombrar a los niños que -a su parecer- se portan mal o que golpean (hay un pequeñito con discapacidad en su salón y casi todas las noches pide por él, para que no se enoje tanto y no les pegue)La oración del justo puede mucho.

Ayer tuve un día complicado en mi oficina y estaba de mal humor por una negligencia operativa, y el Señor me recordó que somos el fruto de muchas oraciones, como la de mi Santi.

Yo estaba molesta por la negligencia de «otros» cuando debía de estar orando por ellos y tratándolos mejor que a los mismos amigos, para que TODOS vivamos mejor.

¿Pero porqué tengo que hacer eso?

Porque cuando Jesús estaba en la cruz me puso el ejemplo. Después de haber sido brutalmente torturado en silencio y habiendo perdido ya casi toda su fuerza (y su sangre) abrió la boca para decir: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.

¿No sabían que lo estaban matando? ¿No sabían que le dolía? ¿No sabían que eso era sangre? ¿No sabían que haberlo desnudado y exhibido completamente era humillante?

Sí, eso sí lo sabían.

Lo que no sabían era el castigo REAL que vendría para ellos como consecuencia de sus pecados y el lugar de tormento que les espera el día del juicio.

El pecado no tiene tamaños (grandes o chiquitos), escalas (graves o leves), colores (blancos o rojos o azules). El pecado es pecado, aunque todos lo hagan y crean que no pasa nada.

Jesús sabía que la paga del pecado es muerte pero ellos lo habían olvidado.

Jesús intercedió por ti y por mí desde el dolor y la humillación y la vergüenza en la cruz, y también intercedió por tu enemigo, para que por medio de Él fuéramos amigos y podamos vivir juntos con Él; Él es el único que puede perdonar tus pecados y borrarlos completamente.

El Espíritu Santo trajo a mi memoria también que Dios da órdenes, no sugerencias, y orar y amar a nuestros enemigos es un mandato.

Tú no sabes, pero hay mucha gente (que probablemente ni siquiera conoces) orando para que seas libre para perdonar, para disfrutar, para amar, para vivir, para ser feliz en Cristo, pero la decisión la tomas tú. El mismo Jesús que oró por ti en la cruz para que el Padre te perdonara, está intercediendo ahora mismo por ti para que seas libre de ese sentimiento que te tiene esclavizado, ¿puedes hacer tu lo mismo por las personas que te oprimen?

Jesús también murió por ellos.

Si tú crees que las oraciones de tantas personas por ti tienen poder, da un paso de fe y abre la puerta, es tiempo de dejar entrar a Jesús a ordenar tu vida.


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