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Mas los filisteos le echaron mano, y le sacaron los ojos, y le llevaron a Gaza; y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel.

Jueces 16:21

Cuando el corazón ha sido engañado y seguimos descendiendo en la seducción del pecado sexual, nuestros ojos están cegados, y aunque nos damos cuenta de lo que hacemos, no reconocemos el pecado dentro del corazón.

Dalila una y otra vez le pedía que le dijera el secreto para ser dominado, y Sansón estaba tan cegado, que ahora estaba vencido y completamente dominado.

Ese es el fin del pecado: vencer y dominar.

El pecado, a través de Dalila, comenzó a afligirlo hasta que ya no tuvo fuerza para controlarlo y terminó esclavizado y angustiado.

Aquella cegüera espiritual se manifestó físicamente, porque el pecado no se detiene hasta destruirnos y a Sansón le sacaron los ojos.

No dejes que la cegüera espiritual se convierta en cegüera física en tu vida. El pecado no es un juego. Recuerda que así como Sansón fue engendrado con un propósito de Dios, tú también lo tienes.

El Padre tiene promesas de restauración para sus hijos que han caído, y puede darnos ojos nuevos espirituales para ver otra vez.

Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos. Jueces 16:28

Sansón clamó desde la esclavitud y tú puedes hacerlo también, y Dios te va a escuchar.

Sansón se puso en medio de las columnas y murió junto con los filisteos, Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida. (Jueces 16:30)

El propósito de Dios en Sansón se cumplió a costa de su vida. Dios abrió sus ojos espirituales para reconocer la condición de pecado y cumplir el propósito de Dios.

Tú no tienes que morir físicamente para ver que se cumpla el propósito de Dios en tu vida, pero sí puedes morir a tu vieja vida, prácticas y costumbres para que Dios haga la obra que preparó para ti.

El pecado toma fuerza cuando lo practicamos, pero se desvanece a medida que dejamos de hacer y lo confesamos.

¿Sabes cómo adquirir fuerza para resistir? Guardando el poder de la palabra de Dios en tu corazón.

Usa Salmos 119:11 para transformarlo en una oración que te motive a seguir añadiendo más porciones a tu vida:
En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.

Guarda Señor tu Palabra en mi corazón, domina mi vida para que nada más me domine y peque contra ti.

Serie: La seducción del pecado sexual


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