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Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí.

1 Samuel 1:27

La recompensa de Orar es que serás escuchado.

Tú no estás hablando al aire, ni estás siendo ignorado ¡Dios te escucha! y además, ¡responde!

Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Jeremías 33:3

Él no te va a pasar la cita para después, Él no va a enviar a otro a atenderte: Dios mismo va a responderte cuando clames a Él y te enseñará los tesoros escondidos y secretos mejor guardados.

Él te va amostrar detalles que no has visto o cosas en las que no habías pensado, te indicará qué camino seguir y cuál o a quién evitar. Eso que tú no conoces, Él te lo va a enseñar en tus tiempos de oración y comunicación juntos.

Hubo una mujer, Ana, que tenía amargura en su espíritu porque no tenía hijos, y eso era una gran afrenta en su tiempo, y ella fue y clamó al Señor desde el fondo de su corazón.

No lo hizo en el altar, porque no le era permitido entrar, sino desde la puerta del tabernáculo; no lo hizo con palabras rebuscadas ni con conocimiento de las Escrituras, lo hizo con murmullos indecibles, con un corazón derramándose en fe.

¿Qué tiene en amargura tu alma? ¿Qué te afrenta hoy en día que necesita ser expuesto delante de una autoridad mayor?

El sacerdote que vió a Ana, aunque estaba vestido de santidad, en su corazón estaba alejado de Dios. En el mundo puede sucedernos lo mismo, por eso Dios nos invita a que cualquier cosa la revisemos con Él directamente, para que no haya malinterpretaciones, y Él revisará nuestro asunto directa y personalmente.

No te quedes estancada en tu dolor ni ansiedad, levántate como Ana, aunque haya obstáculos y derrama tu corazón ante Dios, a sus pies y con tus propias palabras es el lugar y la forma correcta de hacerlo.

Después de esta acción, Ana se levantó libre de su tristeza y recuperó su vida normal. ¿Te gustaría a ti hacerlo también? Ella regresó al tabernáculo un año después, con un hijo en brazos. Dios había escuchado, había respondido y había cumplido.

La mejor recompensa de orar, es que Dios siempre nos escucha, nos responde y nos cumple conforme a Su voluntad.

Lee 1 Samuel 1.

Hoy tomate un tiempo para hablar con Dios de cualquier cosa que te este cargando tu corazón y descansa al saber que él te ha escuchado, te responderá y cumplirá, no necesariamente lo que tu quieres, sino aquello que es mejor para ti, sin dudarlo.


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