De las naranjas, sale jugo de naranja; de los limones, jugo de limón; de los impíos, impiedad; y de ti saldrá lo que tú eres y aquello de lo que estás lleno.

Todos somos pecadores, y de nosotros el pecado fluye, pero Jesús con su infinito amor nos da la salida con su sacrificio: hacernos hijos de Dios para parecernos más a Él.

Tu Padre te ha llenado de favores y misericordias para que tú también las repartas nuevamente cada mañana.

Su brazo está extendido para salvar y su oído listo para quien quiera acercarse a Él y el tuyo ¡también!

Extendamos nuestra mano para acercarnos más a Dios.

(Gálatas 3:26, Juan 1:12-13, 1 Corintios 10:13, Isaías 59:1, Lamentaciones 3:23, Salmos 103:4)