El Señor nos hace un llamado a seguirlo, sin mirar atrás.
Toda la semana hemos recibido porciones que nos exhortan a seguir adelante, a buscar que nuestros nombres permanezcan inscritos en el libro de la vida, a fijar nuestros ojos en los planes de Dios, en tener esperanza en que el trabajo que hacemos para Dios no es en vano, y en conservar nuestra identidad de hijos a través de lo que Dios dice que somos (y no lo que otros dicen que somos)
El día de hoy, nos exhorta a poner los ojos en Jesús, él que padeció todo por nosotros, hasta la muerte, para lograr la mayor de las proezas: salvarnos a todos.
El Padre te está perfeccionando para ser un vencedor, si esta vida es como una carrera, y Él es tu entrenador, seguramente la disciplina no es muy agradable pero ¿qué tal la corona de victoria que nos espera?
Este entrenamiento puede parecer agotador, pero no está diseñado para matarte a ti, sino al miedo, desánimo, a la incertidumbre, ¡al pecado!, Todo este entrenamiento duro ¡es para fortalecerte y hacerte resistente física, emocional y espiritualmente!
Si tenemos ya cansadas las manos y débiles las rodillas (o los pensamientos), cobremos nuevas fuerzas. Pongamos atención a todas Sus instrucciones para ver cumplido Su propósito, es algo grandioso lo que Él quiere lograr en nosotros. ¡La disciplina vale la pena!
Pon atención por dónde vas caminando para que la debilidad no te haga apartarte y así puedas salvarte.
¡Camina por fe y sigue adelante!
Hebreos 12:2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Foto de mi familia hace 9 años en una carrera divertidísima…
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