Hemos visto templos de gran valor cultural perderse en las llamas, pero ¿qué pasa con nosotros como templos vivos?

¿Estamos destinados también a consumirnos en las llamas del infierno o con el fuego del Espíritu Santo?

¿Cómo está tu templo?

Si está lleno de cosas corruptibles, escandalosas e incendiarias, es un buen momento para sacarlas. Hoy es un buen día para limpiar.

Como templo, nuestro cuerpo es una piedra viva, que a su vez, unida a otras, construye la iglesia de Cristo y todas nos apoyamos en una misma piedra angular: Jesús.

¿Qué clase de piedra somos en la iglesia?

¿Somos la piedra que hace tropezar y golpea a otros, o somos la piedra que da testimonio sobre la cual están soportándose otras?

Limpia tu corazón el día de hoy.

Pide al Señor que entre con celo santo, como aquel día en el templo, donde echó fuera toda la vanalidad del mundo y restauró la casa como una casa de oración, como un lugar de paz, de sanidad, de restauración, una habitación para Dios.

Si tienes oportunidad, lee 1 Pedro 2:4-8, el apóstol escribe sobre ser piedras vivas.

La piedra viva

1 Pedro 2:4-8

Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo ;y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.