Cuando estaba en la universidad, fui a visitar a una amiga que vivía del otro lado de la ciudad.
En ese entonces, el uso de los celulares no era tan común y dependíamos de las indicaciones: tenía que bajarme en la estación del Metro Hospital, caminar dos cuadras y dar vuelta a la derecha.
Mi sorpresa fue que cuando llegué al punto indicado, no era mi destino. Me gustaría explicarte que fue algo más que sorpresa lo que sentí en ese momento, estaba desorientada y preocupada porque no tenía idea de dónde estaba (y vamos que Monterrey está lleno de cerros para ubicarte rápidamente).
Instintivamente regresé al inicio y busqué un teléfono público.
Mi amiga me explicó que me había bajado del lado equivocado de la estación (porque tenían salidas oriente y poniente), así que tomé un camino muy diferente y muy alejado.
Así de sencillo es perderse, aún creyendo que sigues las indicaciones.
No tengas miedo de preguntar por el camino si vas en la dirección correcta. Si no tienes a quién preguntarle, cálmate y vuelve al punto inicial, y así como yo, llama a la persona indicada.
Mi amiga me explicó perfectamente cómo llegar a su casa cuando corroboré los datos y por fin pude llegar a destino.
Si te sientes preocupado, alejado o desorientado, llama a Jesús, Él puede hacer exactamente lo mismo, y está esperando que llegues a sus brazos, a casa.
Acércate a Dios y cree en Él para no perderte en el camino.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, NO SE PIERDA, mas tenga vida eterna.
Juan 3:16
Te esperamos en casa.
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