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No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti. Perfecto serás delante de Jehová tu Dios.

Deuteronomio 18:10-13

Una maldición es un poder sobrenatural, demoniaco que produce daños sobre una persona o cosa. Es totalmente lo opuesto a la bendición y es producto de la iniquidad, rebelión y pecado.

Una de las maldiciones viene como consecuencia de la práctica del ocultismo.

A veces, cosas que nos parecen tan inofensivas pertenecen a estas prácticas. Horóscopos, lectura de cartas, adivinación del futuro, invocación de espíritus, amuletos, limpias, conjuros (de cualquier color) y muchas otras cosas más, pueden influenciar nuestra vida, acarrearnos maldición y también a nuestros hijos.

Como mencionábamos ayer, tal vez nosotros no hemos practicado ninguna de estas cosas, pero desconocemos si nuestros antepasados sí, y si queremos tomar una decisión de que nuestro futuro y el de nuestra descendencia sea diferente, podemos tomar acciones al respecto.

Mis decisiones afectan la vida de mis hijos, nietos, bisnietos y tataranietos, en maldición; pero si decido vivir en la obediencia, la bendición no solo alcanza hasta la séptima, sino hasta mil generaciones.

Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones.

Deuteronomio 7:9

Si tú hoy quieres ser libre de la maldición del pecado relacionado con el ocultismo en tu vida, pídele al Señor que te muestre en qué has fallado y con arrepentimiento genuino, acércate a Él con un corazón sencillo y humilde, pídele perdón, y Él que no desea que nadie se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento para poder salvarlos, extenderá tu mano sobre ti y romperá los yugos.

Dios guarda el pacto y la misericordia con los que le aman y guardan sus mandamientos. Si tú hoy quieres refrendar tu compromiso de amor y obediencia con Él, toma la decisión no sólo de vivir bendecido, sino también de ser de bendición, hasta mil generaciones.

Si algún día tienes la tentación de que te lean las cartas, o alguien te invita a hacerlo, procura que sean las de Pablo, de Pedro, de Santiago, Judas o Juan. Estamos seguros que serán de una gran bendición, ya que llenarán de paz tu presente, de esperanza tu futuro y te darán planes de acción para transformarlo.

Este día, toma un papel y escribe tu compromiso donde puedas leerlo todos los días para recordar y ser fortalecido; y si quieres ir más allá, comparte la bendición que Jesús extiende a todos los que con una fe genuina, quieren tener una vida diferente. Dile hoy al Señor: enséñame a ser perfecto, como tú eres perfecto.


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