¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.
Santiago 5:14
Hoy en la mañana pensaba ¿qué le duele a la gente? Porque el dolor es un aviso de que algo anda mal y requiere revisión, diagnóstico y tratamiento.
Pero como todo tratamiento, sólo es útil cuando la persona lo utiliza; si no lo usa es ineficaz.
Tenemos dolor, tenemos diagnóstico y tenemos medicina ¿quién quiere usarla?
A veces la medicina será solo un cambio de hábitos, o tomarse una pastilla, pero otras veces requerirá una inyección; en algunos casos, una cirugía, y en los más severos radiación, quimioterapia y hasta amputaciones.
¿Estás dispuesto a usar el tratamiento que tu enfermedad necesita? La palabra de hoy es un llamado al enfermo y al que tiene el remedio: el enfermo requiere pedir ayuda a las personas correctas, y las personas a quienes se les solicita, requieren ir y hacer lo que el Espíritu Santo diga.
Hoy tenemos un llamado a la responsabilidad, de hablar y de hacer. De pedir ayuda y de poner manos a la obra. Es necesario que el enfermo reconozca su enfermedad y la necesidad de tratamiento. Es necesario que quien puede prestar ayuda vaya y provea la medicina adecuada.
Pero también es necesario que el enfermo acepte el tratamiento y lo use.
Si a ti te hace falta fe el día de hoy para ver a Dios obrando en tu vida, es tiempo de pedirle al Señor que aumente tu fe. Dios nunca falla, Él tiene control de todo y sólo está esperando que entregues esa preocupación, que la sueltes de tus manos para que Él pueda poner las Suyas en acción, trabajando por completo en el asunto y en tu corazón también.
Si sabes que necesitas ayuda de Dios en tu vida, no temas en pedirla, cuenta conmigo, yo iré contigo, porque no voy en mis fuerzas ni en mis capacidades, voy en el nombre del Señor, porque lo que hizo conmigo, también lo puede hacer contigo si crees y entonces verás la gloria de Dios en tu vida y en tu familia.
Oremos hoy por obreros que obedezcan el llamado de ir y hacer misericordia con su prójimo, para que vean las maravillas de Dios en sus vidas. Oremos por todos aquellos que están desanimados, heridos, temerosos o incrédulos, para que Dios ponga fe como un granito de mostaza y esa fe crezca a tal punto que muchos vengan a morar bajo su sombra.
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