Decía Lorel Quiles que no conoce a alguien que anhele ir al infierno cuando muera, que aún aquellos que no creen en la vida después de la muerte, si consideraran la opción pues escogerían lo mejor.

El joven rico quería saber qué le faltaba hacer para tener la vida eterna porque es la mejor opción, ¿pero qué es la vida eterna? “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”, dice el apóstol Juan lleno del Espíritu Santo en el capítulo 17:3.

Y quien conoce a Jesús le ama, “ El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” dice Jesús en Juan 14:21, y esta manifestación de obediencia produce una transformación en nuestra vida y nos hace experimentar una nueva misericordia cada mañana y Su fidelidad constante cada noche.

Cada batalla que enfrentamos es una nueva victoria para los que hacen la voluntad de Dios.

No seamos como el joven rico que quería la vida eterna, sin seguir (obedecer) a Cristo. La vida eterna empiezas a experimentarla desde el momento en que te levantas del banquillo de los acusados y como Mateo, dejas todas las riquezas del mundo cuando escuchas a Jesús decir la palabra: Sígueme, y entonces, la victoria de aquel que peleó por ti ahora es tuya y eso te hace a ti, más que vencedor.

No esperes hasta la muerte para descubrir el juicio, Jesús te ama y quiere darte otra oportunidad en este momento si tomas la decisión de seguirlo.

Misión: Obedecer a Jesús para ver su victoria en mi vida.

Romanos 8:37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

Lee la historia de aquel joven cuyas riquezas lo convirtieron en un hombre triste. Lucas 18:18-23