Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
Efesios 2:1-3
Hoy hablaremos de la maldición como consecuencia de los deseos de la carne.
¿Cuántos de nosotros vivíamos cumpliendo los deseos de nuestra carne, haciendo solo nuestra voluntad y la de nuestros pensamientos, y nos dejábamos levar solamente por nuestros impulsos?
¿Cuántos de nosotros aún somos presas de ellos?
Si hoy hemos conocido a Dios y hemos creído en Él, podemos estar seguros que no fue porque fuéramos buenos que Él nos aceptó, sino que solamente somos salvos por Su gracia, porque no merecíamos ni su amor ni su perdón.
¿Recuerdas que en la introducción hablábamos de las maldiciones que se generaban sobre los que aborrecen a Dios?
Tal vez, en un impulso nuestro o de nuestros antepasados, aborrecimos a Dios y Sus instrucciones, y nos apartamos de Él para hacer y tomar nuestras decisiones.
A veces, nosotros consideramos que somos buenos, y que no hemos hecho nada malo, pero a la luz de la Palabra, queda expuesto que solamente Dios es bueno.
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
Gálatas 5:19-21
Leyendo lo anterior me doy cuenta que definitivamente, estábamos muertos en delitos y pecados, y que el único bueno es Dios.
Tal vez, en otro tiempo cometiste, o tus antepasados, cometieron estos pecados por ignorancia, pero mira lo que dice la Escritura:
Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan.
Hechos 17:30
Si bien Dios nos perdonó cuando le aceptamos, cada vez que nosotros nos damos cuenta de lo que hicimos en ignorancia, podemos acercarnos de nuevo a Él con un corazón agradecido, humilde y penitente, para pedirle que no vayamos a pecar por ignorancia a Él ni nosotros ni nuestros hijos.
Habla hoy con el Señor y pídele que tú y tus descendientes puedan apartarse de la desobediencia, que enderece sus caminos y guíe sus pasos con Su palabra, que no se dejen guiar por las corrientes de este mundo y que les permita llevar una vida diferente, en Cristo.
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