¿Quién es el mayor? El que se humilla… (Mateo 18:4)

Llegó el momento. Seguro y tranquilo, Jesús dejó su plato y se levantó. Descendiendo hasta el más bajo de los rangos de servidumbre de una casa, se quitó su manto y se amarró una toalla a la cintura.

Las bocas dejaron los alimentos y los ojos llenos de preguntas buscaban respuestas mientras veían al Maestro con un recipiente de agua desatando las sandalias de Simón.

Sólo en su carácter de Pedro se atrevió (otra vez) a hablar: —Señor, ¿tú vas a lavar mis pies?

En contraste, el pensamiento infectado de Judas, no pudo ver la necesidad de que el Señor le lavara también las manos y la cabeza, sino que se conformó con ver al Maestro limpiando solamente sus pies.

—¿Entienden lo que les hice? Ustedes me llaman: “Maestro” y “Señor” y tienen razón, porque lo soy. Yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies. Así que ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado ejemplo para que traten a los demás como yo los he tratado a ustedes. Les digo la verdad: Ustedes ya saben que un siervo no es superior a su amo, y que ningún mensajero es más importante que el que lo envió. Si entienden todas estas cosas y las ponen en práctica, serán afortunados. (Juan 13:12-17)

Que este conocimiento nos cause tanto amor, gratitud y reverencia creciente en nuestro corazón hacia Jesús y nos motive a compartir con los demás, aunque haya un Judas sentado con nosotros a la mesa.

Misión: Servirnos unos a otros por amor a Cristo.

Someteos unos a otros en el temor de Dios.

Efesios 5:21

Oremos por los migrantes que anhelan una nueva vida, para que Cristo los limpie completamente y puedan tenerla a donde quiera que vayan.

Imagen de Reporte Índigo.