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Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.

Proverbios 16:32

¿De qué sirve ser el mejor en lo que sea si me enojo con cualquier cosa? La Escritura nos dice que mejor que dominar una ciudad, es dominarnos nosotros mismos.

¿De que nos sirve la fuerza y la disciplina si explotamos con cualquier cosa? Para ser manso y humilde, necesitamos dominio propio.

No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios.

Eclesiastés 7:9

Si reconocemos que somos personas que se enojan fácilmente ¿qué debemos hacer? Medir nuestra vida espiritual.

Siempre que nos apartemos de Dios, van a brotar los frutos de la carne. ¿Recuerdas cuáles son?

Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Gálatas 5:19-21

En cambio, cuando nos acercamos a Dios, brotan los frutos del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. (Gálatas 5:22-23)

A través de nuestras acciones, pensamientos y sentimientos podemos identificar los frutos, y ser conocidos por ellos.

Para poder ser humildes necesitamos dejar el orgullo atrás, reconocer nuestras debilidades y tomar decisiones.

Tal vez el día de hoy necesitemos acercarnos a pedirle perdón a alguien que hayamos ofendido al brotar de nosotros alguna obra de la carne.

Tal vez no “sientes” el pedir perdón, o que si fueras honesto deberías “sentirlo” para no sentirte hipócrita, pero queremos recordarte que el perdón no es un sentimiento, es una decisión, y que si te acercas a Dios más el día de hoy, el va a transformar esos sentimientos en decisiones poderosas, porque vas a empezar a tener dominio de ellas, y ellas ya no te dominarán a ti.

Oremos este día: Señor ayúdame a apartar de mí la necedad, a reconocer que he obrado mal y que debo pedir perdón a quien haya ofendido con mi carácter. Ya no quero obrar conforme a la carne, sino que quiero dar los frutos del Espíritu: el amor que produce gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Ayúdame a compartirlos con las personas a mi alrededor para dejar tu preciosa semilla. Recuérdame que para que la semilla dé mucho fruto, debe caer a tierra y morir primero. Yo renuncio a hacer lo que yo quiero y doy un paso de fe hacia Tu voluntad para ser manso y humilde. Ayúdame a ser suave, gentil, dócil y amable con todos los que voy a convivir esta semana. Amén.

Serie: MANSOS y HUMILDES


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