En enero de 2019, nuestro auto estaba en el taller, y Dios movió a misericordia a nuestros hermanos para que nos prestaran uno. (Gracias Señor por ellos, son instrumentos de tu bendición).

Por la mañana dejamos a nuestros hijos en sus escuelas y decidimos comprar un jugo de naranja. Casi enfrente de la escuela del menor venden, pero con la promesa de unas deliciosas gorditas de chicharrón fuimos a comprarlos más lejos. Nuestra sorpresa fue que no compramos gorditas ni encontramos jugo, así que tuvimos que regresar al punto de partida.

Luego de estacionarnos y bajarnos, estaba una señora en el auto con el cofre levantado, mientras su esposo hacía intentos por encenderlo.

Mi corazón se movió, así habíamos estado nosotros unos días antes, con la incertidumbre de si iba a funcionar o no el coche, y mientras cruzábamos la calle hacia ellos, (que estaban junto al puesto de los jugos) oré:
Señor, ayuda a estas personas a que encienda su auto…. -mientras oía el sonido del intento infructuoso-
…..te lo pido en el nombre de Jesús….. (seguía sin encender)

y escuché en mi corazón una voz que decía: ¡PIDE CON FE!

y mientras eso salía de adentro de mí, terminé con un encendido ¡Amén!

Justo al terminar de cruzar frente a ellos y terminar este último Amén, el auto encendió.

Y repetí con voz audible y con una sonrisa: ¡AMEN!

¿Hice yo un milagro? No.
Lo hizo Dios, y los sigue haciendo.

Pide con fe, no sólo para ti, acuérdate de los días de tu pesar cuando veas a otros, y acuérdate que ahora tienes al Señor para librarte y para liberar a otros.

Tal vez ellos nunca se enteren, o tal vez sí, pero el trato es entre tú y Dios, y estoy segura que Sus promesas tú sí las verás.

Él nos regresó al punto inicial para ver un milagro.

Hoy te invito a orar por otros y a recordarte lo que Dios me recordó a mí:

«Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra».

Santiago 1:6

#YoPublicaréSuGrandeza