¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?
Santiago 4:5
Dice la Escritura que cualquiera que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios, y esta es una de las razones por las que el Espíritu nos anhela con un celo santo, Dios no desea que estemos separados y mucho menos, seamos enemigos.
Desde que el pecado nos separó de Dios, surgió un deseo en el corazón de Dios volver a la comunión íntima, cara a cara, sin religión (reglas) sino una relación personal continua, sin estar separados nunca más.
Dejemos atrás la amistad del mundo y busquemos la amistad de Dios, Dios nos ama y nos quiere sólo para Él, pero cuando buscamos la amistad del mundo, nos volvemos infieles a Dios.
Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo.
Isaías 41:8
Si tú has creído en Jesucristo, descendiente de Abraham, has recibido la adopción de hijo y has sido constituido amigo también de Dios.
Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.
Juan 15:15
¿Cómo cultivas tu relación con tus amigos? ¿Los llamas, los visitas, estás pendiente de sus necesidades, conoces lo que le agrada y lo que no?
¿Somos nosotros amigos fieles?
Esa es la clase de relación que Dios anhela tener con nosotros para conocerlo más, el Espíritu Santo en nosotros nos mueve de regreso al corazón de Dios.
Escucha al Espíritu Santo y acércate a Dios de nuevo, y descubre al Dios fiel que siempre cumple sus promesas a todos los que le son fieles.
Oremos para comprometernos con Dios así como Él se compromete con nuestras necesidades y es fiel.
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