Hace tiempo vi la fotografía de un héroe de guerra que avanzaba llorando solo en un desfile conmemorativo: era el único sobreviviente de su batallón.

La imagen me resultó conmovedora, porque había regresado de pelear una guerra y no tenía compañeros con quien compartirlos, pero también porque en ese momento, la imagen también mostraba un público en su mayoría indiferente ante la escena.

¡Ese hombre había peleado por ellos también y no había ningún aplauso ni de ánimo ni de agradecimiento ante los espectadores!.

Lucas en su evangelio hace una pregunta igual de conmovedora: «Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?»

(18:8)

Es posible que no, o que se halle en su nivel más bajo.

¿Por qué sucede esto? Si es el mayor de los héroes, el que venció a la muerte para que todos tuviéramos vida, ¿dónde están los agradecidos?

Nos hemos concentrado tanto en pedirle que hemos olvidado dar. Creemos que nos merecemos todo, y si no lo recibimos, nos mostramos indiferentes y vamos a buscar otro patrocinador.

«Pueblos todos, batid las manos; Aclamad a Dios con voz de júbilo. Porque Jehová el Altísimo es temible; Rey grande sobre toda la tierra». (Salmos 47)

Prepárate, el Rey viene…¿lo esperas para pedir o para dar? Busca a Jesús para alabarle y tener la vida eterna.

Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.

Juan 6:26