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Echa las redes

Hoy te confieso que como familia hemos estado viviendo días oscuros, llenos de luchas, pruebas y tinieblas, pero ¿sabes que nos ha sostenido? La luz de Cristo.

Hoy te confieso que hay días que mi fe se desborda de forma escandalosa, pero hay días en que mi fe se derrama como bálsamo, en silencio y desciende desde la cabeza hasta el borde de las vestiduras.

Hoy te confieso que hay días que levanto un aleluya frente a mis enemigos, pero hay otros que un aleluya silba apaciblemente alrededor de mí en medio de la acusación, el dolor y la pelea de la fe, recordándome que Dios sigue ahí.

Hoy te confieso que en el silencio que más duele he podido escuchar la dulce melodía de Dios cantando en mí y sobre mí.

Hoy te confieso que nuestras luchas no han terminado en lo natural, pero en lo sobrenatural ya han sido vencidas porque creemos que Cristo venció y consumó todo en la cruz, y anhelamos su regreso para reinar con Él.

Estamos saliendo del desierto, puedo sentir en mis pies que no es arena sino la tierra de campos fértiles la que estoy pisando, puedo oler el agua en el aire, el Jordán esta cerca, puedo saborear la leche y la miel detrás de aquellas murallas que el mundo levantó, pero que Dios derribará con la fe, con la alabanza y la obediencia.

Hoy comenzamos a recordar las promesas, las palabras y las advertencias que una vez nos fueron dichas, porque otra batalla está en puerta: ya no pelearemos para resistir ni para salir, pelearemos para entrar y ¡en el nombre de Jesús vamos a conquistar!

Estos son los mandamientos y los estatutos que mandó Jehová por medio de Moisés a los hijos de Israel en los campos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó.

Números 36:13

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