Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.
Colosenses 3:23-24
Otra de las cosas que podemos aprender de Josué es que no estamos sirviendo solamente a las personas con lo que hacemos, estamos sirviendo a Dios mismo en algo más grande de lo que podamos creer o imaginar.
Cuando Josué y Caleb regresaron con los otros 10 espías, se dieron cuenta de que las impresiones de cada uno eran diferentes, y estas impresiones dependen mucho de la actitud de cada uno.
¿Cómo podemos identificar las actitudes? Porque de la abundancia del corazón, habla la boca, y 10 de los espías vieron gigantes y llegaron con temor y quejas, y sólo Josué y Caleb reconocieron que efectivamente, todo era tal como Dios se los había prometido: un lugar donde fluía leche y miel, y era una tierra rica en gran manera.
Aunque ellos venían cargando entre varios un solo racimo de uvas porque era demasiado grande, la mayoría se desanimó por el informe de los espías que veían limitaciones en su trabajo.
El pueblo venía de comer ajos y cebollas, y si recuerdas cada vez que partes una cebolla, es muy probable que te salgan lágrimas mientras lo haces, pero de las uvas obtienes el vino nuevo de la alegría que el Señor te da.
Cuando tú haces todo de corazón, para Dios, pasas de las lágrimas de las cebollas que comías en la esclavitud a la alegría de las uvas, que hay en la tierra prometida.
Mira que Josué y Caleb, gracias a todo lo que hicieron en esa misión, fueron los únicos de toda la generación que salió de Egipto, que recibieron la recompensa, porque servían a Dios mismo en todo lo que hacían.
Si tú quieres ver y gustar de la alegría del Señor y del cumplimiento de Sus promesas, de esa tierra prometida, es necesario que como Josué, y su compañero de misión, Caleb, hagan todo de corazón, como si lo estuvieran haciendo pata Dios mismo, aunque lo estén haciendo para las personas. Con amor, excelencia y alegría, porque el Señor es quien recompensará tu fidelidad, especialmente en las cosas pequeñas y sin importancia.
No seamos rebeldes a lo que Dios nos pide que hagamos a través de nuestro esposo, nuestros padres, jefes o líderes, no dejes que las personas y las situaciones que viven te desorienten, recuerda que en todo, es a Dios a quien sirves y que Él es el que mira tu corazón al hacerlo. En todo lo haces, es a Cristo al que estás sirviéndolo, ¡hazlo sonreír!
Serie: Hay un Josué en ti. Ver el plan completo en: https://instruccionespersonales.com/hay-un-josue-en-ti/
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