¿Ha llegado el apocalipsis?
Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto; mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará.
Daniel 11:32
Ayer leíamos lo que el apóstol Pablo le dice a la iglesia de Tesalónica. En su primer carta había abordado el tema de la venida del Señor y eso motivó a que algunos creyentes fueran engañados con falsas doctrinas y cambiaran su forma de vivir, por ello, en su segunda carta les precisa que no deben dejarse seducir por otras noticias que los llevan a actitudes equivocadas, y les da una serie de datos basados en la Escritura que deben tomar en cuenta para identificar lo verdadero de lo falso, y vivir conforme a lo que Dios espera de ellos, independientemente del futuro.
Así como ellos, nosotros estamos expuestos a tanta información a través de la internet y los medios de comunicación que ésta nos satura y puede desviar y endurecer nuestro corazón.
¡No se aterroricen!- les pide cuando dice: no os conturbéis – ¡que nadie los engañe!- Antes de que el fin llegue deberá suceder una serie de acontecimientos:
- La apostasía (que los creyentes se aparten de la Verdad y abandonen la fe)
- Se manifieste el hombre de pecado (se levante el anticristo)
- Se ponga contra Dios en todo (a través de un gobierno mundial)
- Se siente en el templo. (El templo cuya ubicación es Jerusalén, aún no ha sido construido)
Ciertamente ha profecías que ya están cumpliéndose, como el regreso del pueblo judío y el nacimiento de la nación de Israel en un día.
¿Quién oyó cosa semejante? ¿quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos.
Isaías 66:8
Si hubiéramos vivido antes de 1948, esto nos habría parecido algo imposible; sin embargo, el 14 de mayo de 1948 la nación de Israel, después de haber estado errante desde el año 70 d.c., declaró la independencia y el retorno a la tierra prometida, mil ochocientos setenta y ocho años después. Es importante conocer estos datos para saber qué parte de la historia estamos viviendo para tomar decisiones.
El profeta Daniel, quien dejó profecías sobre el fin de los tiempos dice que el pueblo que conoce a su Dios.
¿Nosotros conocemos a nuestro Dios? Es necesario escudriñar su palabra y pedir al Espíritu Santo que abra nuestro entendimiento.
Lee Daniel 11:31-37
Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora. Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto; mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará. Y los sabios del pueblo instruirán a muchos; y por algunos días caerán a espada y a fuego, en cautividad y despojo. Y en su caída serán ayudados de pequeño socorro; y muchos se juntarán a ellos con lisonjas. También algunos de los sabios caerán para ser depurados y limpiados y emblanquecidos, hasta el tiempo determinado; porque aun para esto hay plazo. Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses hablará maravillas, y prosperará, hasta que sea consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá. Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá.
Daniel 11:31-37
Israel ya ocupa su territorio, pero es Jerusalén la ciudad donde deberá levantarse el nuevo templo. Aunque el Instituto del templo se ha encargado de recopilar fondos y reunir todo lo necesario para su construcción inminente, actualmente se encuentra en ese lugar el muro de los lamentos y una mezquita.
Antes de que la abominación desoladora que menciona el profeta, se siente, es necesario que se detenga el sacrificio; y para que éste se detenga tiene que haber comenzado; para comenzarlo debe estar construido el altar en el templo, y aún no está el templo.
Este conocimiento nos es valioso para que cuando veamos u oigamos noticias sensacionalistas, podamos retener lo bueno y desechar lo malo.
Nuestra invitación para hoy es que ores al Señor y le pidas que te permita profundizar en su Palabra y en tu convivencia con Él, para que cuando se presente la ocasión, puedas hablar y actuar con convicción sobre la Palabra de Dios.
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