Y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra.
Génesis 26:4
Junto a mi casa hay un viejo nogal.
Mientras trabajo en mi computadora le da sombra a la ventana que me regala una brisa fresca.
Veo sus ramas y hojas moverse con el viento y me distraen del trabajo, lo cual agradezco.
No puedo contar las hojas, ni las ramas, ni la diversidad de verdes que hay en sus hojas y no puedo evitar pensar en Dios y Abraham.
No mires las paredes ni el techo de tu vivienda, sal de ahí y contempla lo que hay afuera.
No puedes contar las piedras del suelo, ni de donde viene o a donde va el aire, ni la cantidad de fruto que ha dado o está por dar ese árbol.
Así tampoco puedes contar la bendición de Dios ni sus promesas para ti.
Son incontables.
Deja de mirar la pared. No mires el techo. Mira las estrellas, ahí están, solo que La Luz es tan brillante que no las puedes ver, pero cuando te sientas en oscuridad, Dios las dejará ahí como un recordatorio para ti: Así de incontable es lo que yo he preparado para ti. Confía en mí.
Te comparto esto de forma extraordinaria, así como Dios me lo compartió a mí.
¡Dios te bendiga!
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