Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.
Mateo 18:35
El amor de Dios no tiene condición, pero el perdón sí. Dios nos pide que perdonemos para que Él pueda perdonarnos, porque la huella de la misericordia en nuestro corazón nos hace candidatos a recibirla.
Si tú aún sientes que hay algo no puedes perdonar, deja tu carga a los pies de Jesús. Admite con toda honestidad el dolor que te causa y todo lo que te provoca, Jesús no se va a asustar, Él sabe, Él te conoce y Él te ama, con todo ese combo de cosas en tu interior.
Ya que estás ahí, entrégalo y deja que Él trabaje. Las semillas de perdón tienen raíces dolorosas pero frutos muy dulces. Son dolorosas porque van penetrando profundo, pero van directo al problema y transforman la tierra de tu corazón. Dios es un jardinero cuidadoso y amoroso, Él va a tratar tu corazón con cuidado y lo va a mantener siempre libre de maleza, si lo dejas que actúe las veces que sea necesario.
Tal vez tarde un poco, tú sabes que un jardín requiere un poco de tiempo para estar listo, y después mucho mantenimiento para permanecer hermoso.
Deja que Jesús tome tu corazón en sus manos y haga de Él un jardín de perdón y misericordia.
Él se encargará de hacer lo necesario.
Cada vez que te venga a la mente la situación dolorosa o la persona que la provocó, haz este ejercicio: Jesús: yo le perdono y le bendigo. Has de él/ella una nueva criatura.
No te preocupes por cuantas veces tienes que decirlo. Si quieres hacer de este reto algo avanzado, añade en cada “recordatorio” una bendición extra, por ponerte unos ejemplos: que tenga una larga vida, que le vaya bien en su trabajo, que su familia se llene de amor, que el Señor sane su dolor, que le quite toda enfermedad, que se reconcilie con sus enemigos, o lo que a ti se te ocurra.
Vas a ver que esas palabras, también harán que de tu corazón broten frutos y flores con olor fragante, que perfumarán tu vida y deleitarán con su aroma a todos los que viven a tu alrededor.
Oremos hoy por todas las mujeres que son asaltadas con la tentación del aborto para que bajo la sombra de las alas del Señor se sientan seguras y vivan confiadas.
Que conozcan el amor de Jesús y lo experimenten hacia esos pequeñitos en el vientre, sin condición.
Oremos para que el perdón y el arrepentimiento llegue a todos esos corazones y sus ojos sean abiertos a la Verdad de Cristo.
El reto de perdonar de todo corazón es necesario para que Dios me perdone a mí también.
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