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Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, aunque Luz era el nombre de la ciudad primero.

Génesis 28:18-19

Esa piedra sobre la cual Jacob recostó su cabeza cansada, ahora era un testimonio de que Dios había puesto en Él sueños, visiones y bendición para cumplir. Así como Abraham levantaba un altar donde se encontraba con Dios, su nieto Jacob hoy hacía lo mismo y bendecía a Dios en su lugar de encuentro.

Tus hijos y nietos se encontrarán con Dios y no sólo recibirán sino que también repetirán la bendición a Él, pero tú debes enseñarles a hacerlo.

Abraham dejó altares reconocibles y tú debes hacerlo también, para que sean de testimonio cuando ellos crezcan y comprendan que ellos también deben dejar un testimonio visible a las generaciones futuras de lo que Dios ha hecho.

¿Cómo está tu altar? ¿Cómo está tu adoración? ¿Es necesario que debas restablecerlo, que derrames bendición y que renombres algunas cosas en tu vida?

Comienza a llamar las cosas como Dios quiere, no como el mundo quiere, anuncia que Él ha hecho de ti su casa, que te ha extendido su misericordia y hazlo de una forma tan visible que cuando los demás lo vean reconozcan a Dios y quieran bendecirlo también.

OREMOS JUNTOS: Padre, yo soy un altar, yo quiero testificar y dar olor fragante para ti, yo quiero reconstruir el altar de mi vida para que otros puedan glorificarte a ti en mí o a través de mí, enséñame lo que debo hacer para adorarte y compartirte. Amén.

Serie: No te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. | Revisa el plan completo en https://instruccionespersonales.com/no-te-dejare-hasta-que-haya-hecho-lo-que-te-he-dicho/


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