Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.
Isaías 40:3
Juan el bautista era aquel de quien el profeta Isaías había escrito casi 500 años antes. Ese Juan, hijo del sacerdocio de Abías y Aarón, quien le correspondía ejercer su ministerio en el templo y tal vez recibir a Jesús en el lugar Santo y Santísimo fue enviado al desierto.
Juan abrazó el propósito de Dios y no se negó a hacer Su voluntad aunque ésta parecía contraria a lo establecido, a la costumbre. Él renunció a la comodidad y los manjares que disponían para los levitas y se alimentó de miel silvestre y langostas, se vistió de piel de camello y cinto de cuero (Mateo 3:4) y vivió en el desierto.
Seguramente Juan creció, como Moisés, escuchando que era elegido, que había sido apartado y que Dios dispondría todo para Él, tal vez esperaba que así como Moisés crecería entre comodidades y ejercería su propósito desde un lugar privilegiado por Dios, pero los planes de Dios requieren un refinamiento, aún su hijo Jesucristo fue enviado por el Espíritu al desierto para ser tentado y fortalecido antes de iniciar su ministerio.
Tal vez tú has escuchado el llamado de Dios para grandes cosas, y te has aferrado a Su palabra y sus promesas, pero es necesario ir al desierto primero. Aunque el desierto lo asociamos con austeridad y rudeza, también debemos entender que es un lugar de intimidad y dependencia total de Dios, el desierto no es un destino, es un lugar de cambio, una transición de un punto inicial a uno final.
En el desierto puedes reconocer que la gloria, el poder, el dominio, la autoridad y todo lo puro, lo amable y lo que es bueno, digno de alabanza y en lo que vale la pena pensar, es Dios.
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
Filipenses 4:8
El desierto te hace fuerte no en tu carne, sino en tu espíritu, el desierto fortalece tu fe, tu ser interior.
El desierto puede hacernos callar, pero está diseñado para clamar a Aquel que siempre escucha, pero también aún a lo estéril, a las piedras del camino y al viento: preparen el camino a Dios, enderecen el camino en la soledad. Sí, en la soledad.
En el desierto aprendes que el camino no se hace con un ejército lado a lado, sino delante y detrás. Solo puedes ver el camino que dejó quien estuvo antes que tú, y sólo puedes dejar camino para el que viene después de ti. El desierto es un entrenamiento y discipulado, donde entiendes también la importancia del discípulo y su maestro, donde te el Señor fija Sus ojos sobre nosotros y nos enseña el camino que debemos andar, para que luego nosotros vayamos y se lo enseñemos a otros y se conviertan en Sus discípulos.
¿Recuerdas que hicimos un compromiso de santidad en el que nos apartábamos para Dios? El desierto también nos recuerda lo que hemos dejado atrás porque Dios va a hacer espacio para nuevas personas en nuestras vidas, en el desierto va a ir cayendo muerta nuestra incredulidad, nuestra queja, nuestra amargura, nuestros deseos pecaminosos, en el desierto vas a ir dejando atrás las costumbres de los que nos esclavizaron, pero también en el desierto van a nacer nuevos comienzos, proyectos e intenciones, en el desierto Dios va a poner sueños y visiones, en el desierto sentiremos la sombra del gran peñasco en tierra calurosa, sentiremos el calor de su presencia durante las tinieblas de la noche, veremos agua brotar de la roca y caer mana del cielo.
Vayamos al desierto confiados, dejemos todo atrás, el Señor nos hablará de amor ahí y nos enamorará de Él de nuevo, para que estemos preparados para lo que está por venir.
OREMOS POR: Maestros y discípulos. Señor hoy queremos ir al desierto para ser transformados con Tu Presencia, límpianos, esfuérzanos, avívanos, enséñanos. Yo quiero ser tu discípulo, hoy clamo a ti. Cámbiame y prepárame para todo lo que tu quieres que yo haga y pueda servirte fielmente. Amén.
INTERCEDAMOS POR: La bebita de Cristina Pérez que no tiene unas células en su intestino y será operada, para que el Señor obre con poder y con el toque de Su mano esta bebida reciba la salud completa en el nombre de Jesús. Amén.
Isaías 32:2 Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa.
Oseas 2:14 Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.
Serie: Como un solo cuerpo. https://instruccionespersonales.com/como-un-solo-cuerpo
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