Un hombre que había sido un delincuente y un alcohólico casi toda su vida, un día conoció a Jesucristo y su vida cambió de manera radical.
Sus antiguos amigos se burlaban de él y hacían todo lo posible por hacerle desistir del camino que él había tomado.
Solían decirle: “No es posible que un hombre sensato como tú pueda creer en los milagros que cuenta la Biblia.
¿Crees tú acaso que Jesús convirtió el agua en vino?”
El hombre contestó: “Eso dice la Biblia. Y yo lo creo, pues en mi propia casa yo lo he visto convertir la cerveza en comida, y el alcohol en muebles y las noches de borrachera en tiempos preciosos de comunión con mi esposa y mis hijos.”
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