Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante…

Hebreos 12:1

Ha llegado el tiempo en que como mamá, puedo salir a correr. Y anhelo salir a correr porque quiero quitarme un peso que tengo encima, despojarme de esos kilitos de más, pero al mismo tiempo algo me asedia: la flojera, el clima, la duda…

Y es que salir a correr, así como la vida cristiana, duele y cansa. Puedo sentir cada golpe en las rodillas, igual que cuando estas sienten el peso y se doblan en oración.

Puedo sentir en mis órganos que no se si están a punto de detenerse o explotar, igual que cuando el miedo quiere detener tus pasos de fe .

Cuando salgo a correr sudo, y aunque sé que me desintoxica y actúa como mecanismo de refrigeración del cuerpo, es desagradable, igual que cuando brota de nosotros la impureza en el horno de la aflicción, pero eso debe seguirnos animando, sabiendo que estamos siendo purificados y limpiados.

Cuando corro, llega un momento de tanto cansancio que ruego por el segundo aire, y entonces recibo aliento del Espíritu y comienzo a correr con nuevas fuerzas, pero casi en automático, mis piernas avanzan un paso tras otro casi sin que yo les diga qué hacer, y esto aunque me asombra me pone en alerta.

Mi vida cristiana no debe hacerse por costumbre, ni en automático, ese nuevo aliento y nuevas fuerzas deben hacerme correr con la mirada en la meta, siempre fija en él, o si no lo estaré haciendo llena de conocimiento y condición, pero sin pasión ni amor en el corazón.

… puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Hebreos 12:2

Un buen deportista no se despoja del peso ni de los pecados que lo asedian saliendo a ejercitarse una vez a la semana, ni el cristiano puede lograr una condición definida y resistente estando en contacto con Dios una vez por semana.

Tienes una nube de testigos esperando por ti, que llegues a la meta, que sigas corriendo con paciencia la carrera, que te sigas esforzando y siendo valiente, que no escuches las voces que te desaniman y te ejercites de tal manera que puedas a alcanzar a Jesús, el autor y consumador de la fe.

Sal a correr ¡todos los días!