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Facebook me recuerda que hace 6 años sucedió un acontecimiento importante en mi vida: el anuncio del compromiso de matrimonio de mi hermana y su ahora esposo.

Al acontecimiento de su compromiso se añadió otro, el mío.

Hace 6 años, caí rendida a los pies de Jesús. Siempre había vivido una búsqueda intermitente, al principio por costumbre y las siguientes por la necesidad, meses antes empezaba a escuchar Su voz en cada sermón, en cada canto, llamándome, dentro y fuera de la iglesia.

Recuerdo muchas veces llorar desconsolada afuera de misa porque mi corazón quería más, ¡mi alma tenía tanta sed!

El 24 de mayo del 2015 entré a la iglesia rendida, cansada, herida, desahuciada de mi alma, en el punto exacto en el que estás dispuesta a hacer lo que sea con tal de salir de de tu situación actual.

¿Te llevaron? ¿Te obligaron a cambiar?Pero ¿qué te dijeron?

Son algunas de las preguntas que me han hecho en este tiempo….
Yo fui sola.No.Nada.

Entré a la iglesia y mi alma se conmovió, y mi espíritu se unió al Espíritu de una manera diferente.

Las cadenas que sentía empezaron a caerse, el peso que me oprimía fue levantado, eso que me mantenía agachada estaba desapareciendo y podía caminar erguida, pero al mismo tiempo caí de rodillas.

Estaba avergonzada de mi condición, de mis pecados, de toda la mugre del camino (ahora entiendo que nadie puede estar de pie delante de tanta Santidad y hermosura) pero nadie me estaba acusando y me estaba sintiendo tan amada, tan bienvenida, tan anhelada; era demasiada misericordia y demasiado amor para mí que no hacía más que llorar y llorar.

Era Jesús diciéndome: bienvenida a mis brazos, bienvenida a casa.

Ahí, cerquita de su corazón reconocí el hogar, ese era el lugar a donde yo pertenecía, por eso me sentía tan fuera de lugar en el mundo, yo pertenecía a este lugar, a un reino inconmovible, de ahí había salido, me había alejado, me había perdido y ahora por fin, me había encontrado, y desde ese momento tomé la decisión de no separarme de ahí ¡JAMÁS!

Ese día le dije al Señor: yo te quiero seguir y lo dejo todo atrás, ya no quiero ser igual, cámbiame, házme de nuevo, quita de mí todo lo que no es de ti y háblame, sobre todo háblame y dime qué quieres que haga que YO TE QUIERO SERVIR.

En el dibujo encontrarás a una persona orando, la rosa náutica te dirá que está orientada hacia la ciudad santa, pero el corazón está conectado en lo secreto con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Ahí en lo privado, en lo secreto de mi habitación y de mi corazón, el Señor me sigue hablando para ir a poner sus consejos en práctica en público, me sigue dando instrucciones de lo que quiere que quite, lo que cambie y lo que debo hacer de nuevo en mi vida, para servirle.

Han sido 6 hermosos años, de caminar a su lado, escuchando al más admirable de los consejeros, a mi Dios fuerte, al Padre eterno, al Príncipe de paz que gobierna mi corazón.

Yo quiero seguir caminando, seguir aprendiendo, seguir practicando y sobre todo, seguir sirviendo al único que no falla, que siempre me escucha, me cuida y me responde, que me sorprende, me reprende y me corrige cuando es necesario, pero sobre todo me anima con su Espíritu y me empodera para lograr todos los maravillosos proyectos que Él diseñó para mí: Jesucristo.

Hoy puedo decir que esa decisión cambió mi vida y la de mi familia, y que la gloria de este acontecimiento es sólo de Dios que nos dio la oportunidad de hacerlo libremente.

Hoy puedo decir que he decidido seguir a Cristo y no vuelvo atrás.

Hoy puedo agradecer a Dios viendo con mis ojos sus promesas cumplirse, porque Yo (porque alguien tiene que empezar a hacerlo) y mi casa, ¡servimos al Señor!


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