¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!

Salmos 133:1

¿Recuerda usted lo que es trabajar en equipo? Ciertamente hay algunos que trabajan más que otros, o incluso algunos que aparentemente no hacen nada, pero aunque usted no lo crea, ellos están ahí para “sacarnos” filo; es decir, para perfeccionarnos, para probar nuestro carácter y para mostrarnos aquellas cosas en las que necesitamos trabajar dentro de nuestro corazón.

El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre. Proverbios 27:17

Tal vez usted tenga o haya tenido alguna clase de conflicto con los miembros de su iglesia (recuerde que el templo es el edificio pero que la iglesia son todos los creyentes en Cristo), pero queremos recordarle que todos están ahí porque Dios así lo quiso, con una función específica, algunas decorosas y otras indecorosas pero todas igual de útiles, si no, pruebe a pensar qué pasa cuando una de esas partes indecorosas no funciona correctamente, tal vez produzca estreñimiento, infecciones, poros tapados y eso trastorna todo el cuerpo y produce un malestar general.  ¿Qué dice la Escritura que debemos hacer con esas partes que no son muy agradables en el cuerpo?

Y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro.

1 Corintios 12:23

Dios ordenó que se le diera más honor al que le faltaba, porque aquel que es más decoroso no lo necesita, así equilibró el cuerpo para que nos preocupáramos unos por otros, para que si uno padecía todos padeciéramos con él y si uno se gozaba, todos nos gozáramos con él, para que recordáramos que le pertenecíamos a Cristo (1 Corintios 12:23-27)

Conocer estos detalles del funcionamiento de nuestro propio cuerpo, y la importancia de cada uno de sus órganos ( o dígame si usted ahorita pudiera prescindir de un pulmón, un ojo, el hígado, un pie= tal vez algunos no sean vitales y le permitan seguir viviendo, pero ciertamente todos son importantes.

Lo mismo sucede en la iglesia, el cuerpo de Cristo, porque sin usted o sin mí, la iglesia no funciona igual, porque usted ha sido llamado y escogido con un propósito. Usted y yo somos parte de un ejercito poderoso para Dios y tenemos funciones y territorios específicos para defender y conquistar. Si usted o yo o ese hermano con el que tenemos un conflicto faltamos, el cuerpo de Cristo está incompleto y eso nos afecta a todos.

¿Batalla usted para tener comunión con otros miembros de la iglesia?

¿Se fija en los defectos y fallas de los demás en su forma de vivir o de servir a Cristo?

¿Le cuesta trabajo soportar (es decir levantar al que se tambalea) con amor a otros que son inmaduros en la fe?

Dios quiere perfeccionar Su obra en cada uno de nosotros, y quiere empezar por uno mismo antes que los demás.

Seguramente recordarás que ni tú ni yo somos perfectos, pues estamos en la iglesia porque le fallamos a Dios y ahora queremos agradarle, y aún lo seguimos intentando porque aún no hemos llegado a la estatura del varón perfecto: Jesucristo.

Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.

Santiago 3:2

Todos hemos ofendido a alguien, queriendo o sin querer, y ¡muchas veces! ¿Qué podemos hacer para refrenarnos? Pues congregarnos.

Este tiempo de pandemia nos aisló pero está llegando el tiempo de volver a unirnos, de trabajar en equipo, de “afilarnos” en el trato unos con otros, de ver la paja en el ojo ajeno y de sacar la viga que hay en el propio, de dominar nuestra carne y nuestra lengua pero sobre todo, de perdonar como Cristo nos perdonó primero.

OREMOS JUNTOS: Padre hoy reconocemos que necesitamos unirnos al cuerpo de Cristo con humildad y amor. Hoy pedimos perdón y perdonamos al hermano en la fe con el que hemos estado distanciados y nos unimos nuevamente por amor a ti, hoy estamos apurados por guardar la unidad e tu Espíritu Santo por medio de la paz. Hoy ponemos en práctica el ministerio de la reconciliación contigo y con nuestro prójimo para trabajar con una misma esperanza en la vocación que nos has dado a cada uno. Amén.

INTERCEDAMOS POR:  Mariangel Aranguren y su familia, que el Señor perfeccione la obra en ella, su esposo y sus hijos y que juntos puedan servirle con temor y temblor al Señor y su reino sea establecido en su hogar.

Efesios 4:3-4 Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación

Serie: Llamados a la unidad. Revisa el plan completo en: https://instruccionespersonales.com/iniciamos-nueva-serie-llamados-a-la-unidad/