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Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella.

Lucas 19:41

Antes de entrar triunfante a Jerusalén, Jesús ve la ciudad y llora.

A Él le conmueve que los ojos de sus hijos estén velados, que sigan viviendo con dolor, que no entiendan que es el tiempo de la visitación, que Él está aquí para salvarlos.

Me pregunto si Jesús llora por mi ciudad, si ve nuestros corazones y se conmueve a causa de que aún no creemos fielmente en Él.

Que tenemos temor de las plagas, pero no tenemos temor de Dios.

Que queremos conocer la Verdad, pero nos conformamos con cualquier versión.

Que anhelamos el Camino, pero deambulamos en callejones sin salida.

Que buscamos la vida, pero preferimos los caminos de muerte.

Jesús conocía el corazón de Jerusalén, que espiritualmente es la capital de la fe, y que esos que hoy lo aclamaban como Rey, en pocos días serían los mismos que gritaran ¡crucifíquenlo!

Jesús sabía que todo sería destruido, porque en su corazón hacía falta una fe genuina, fortalecida y refinada.

¿Cómo está nuestra fe el día de hoy?

Todos los días está siendo probada ¿la encontrará Jesús aprobada?

La profecía sobre la destrucción del templo en Jerusalén se cumplió y todo el pueblo judío se dispersó desde el año 80 d.C. hasta 1948 d.C., que la nación de Israel volvió a unirse y a ocupar su lugar en la tierra. Durante todos esos siglos estuvieron dispersos.

¿Cuánto tiempo queremos estar dispersados?

La Palabra de Dios tiene fechas de cumplimiento que solo Él conoce, pero nos ha dado señales para identificarlas. ¿Somos capaces de distinguirlas?

Tomemos un tiempo hoy para poner en orden nuestra mente y nuestro corazón. Pidámosle a Dios que haga un diagnóstico de nuestra fe y si ésta está siendo probada y aprobada. Si hay un velo que te impide ver lo que debes cambiar, habla con él honestamente y solicítale que puedas ver las maravillas de Su ley, y que no te hagas de la vista gorda cuando él te de una indicación o llamado. Que podamos entender el tiempo en el que Él nos ha visitado y hacer las cosas conforme a su voluntad.

Oremos conforme a Salmos 19:12-14 ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.  Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.

Serie: Ovejas sin pastor


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