Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.
Mateo 24:12
¿Has sentido como la tristeza invade tu corazón cuando vez una injusticia alrededor?
Violencia, abuso, desorden, muerte.Alrededor de nosotros podemos ver, e incluso haber experimentado la maldad.
Y esa tristeza inicial puede llegar endurecer nuestro corazón al preguntarnos ¿por qué pasan esas cosas?
¿Por qué hay violencia en los matrimonios? ¿por qué hay abusos de adultos a menores? ¿por qué consumen drogas o alcohol si se dañan a sí mismos y a los demás? ¿por qué se matan unos a otros? ¿por qué mi papá o mi mamá me dejó?
Todas esas preguntas pueden ahogar tu corazón de pena, enfriarlo, endurecerlo y congelarlo, volviéndolo insensible.
Tal vez te preguntes porqué Dios permite los abortos, conflictos de identidad, embarazos no deseados, agresividad en la pareja, homicidios, violencia infantil, divorcios, familias disfuncionales…
Pero hoy quiero decirte que Dios no los permite.
Jesucristo está todo el tiempo hablando al corazón del drogadicto para que no lo haga, hasta que éste se pierde en los efectos del químico y deja de oírlo.
Jesucristo está intentando llamar la atención de la chica embarazada para decirle que hay una solución, que ese bebé es alguien igual de valioso que ella, y que si ella no puede cuidarlo, hay otras familias que lo anhelan, hasta que ella autoriza el aborto.
Jesucristo está diciendo al padre de familia que ya no consuma otra botella más, que el alcohol no hace olvidar las penas, solo las adormece para que él pierda el control y dañe a su familia.
Jesucristo está ahí junto al niño abusado, la mujer violada, el hombre violentado, el anciano olvidado hablando a su corazón, diciéndole que a pesar de lo que sucede, Él lo ama, que eso no lo define, que las marcas que habrá en su cuerpo dejarán una cicatriz, pero que pronto dejará de doler, si tan solo se concentra en escuchar Su voz.
El amor de muchos se ha enfriado, pensando que es imposible perdonar. Que lo que sufrieron no tiene nombre. Que el daño es irreparable. Pero un corazón frío o incluso congelado, sólo está en pausa, se conserva bien en su interior, sólo necesita un poco del amor de Dios para entrar en calor y volver su operatividad normal.
He aquí yo soy Jehová de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?
Jeremías 32:27
No hay nada imposible para Dios. Él es el principio y fin de todas las cosas. Lo que Dios comenzó en Su corazón sobre ti, lo va a terminar, si lo dejas.
El que habita al abrigo el Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quién confiaré.
Salmos 91:1-2
Dios es poderoso, no hay nadie como Él. Si tú decides vivir bajo su consejo, Él te cubrirá con su sombra. Él es tu esperanza, Él es el castillo en el que puedes refugiarte, puedes confiar en Él.
¡Oh Jehová, Dios de los ejércitos, restáuranos! Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos. Salmos 80:19
¿Necesitas que tu corazón sea restaurado? ¿Necesitas escapar del dolor del pasado? ¿Necesitas que tus heridas sanen? ¿Necesitas sentir el amor verdadero e incondicional? ¿Necesitas volver a sentirte vivo? ¿Amado? ¿Feliz?
Clama hoy a Dios en la intimidad de tu corazón, deja que Él te llene de Su presencia, que te abrace y exprima tus miedos, que te vacíe del dolor para que pueda poner en ti algo nuevo.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
2 Corintios 5:17
Dios puede dejar atrás el pasado y hacerte olvidar el dolor. Las marcas quedarán, pero ya no dolerán. Recordarás la experiencia, pero igual que una cicatriz, ya no te causará problemas. Ahora esa marca en tu vida será una evidencia de que aunque la maldad te quiso destruir no lo logró, porque Dios te restauró.
Porque Dios hizo algo nuevo, Él limpió tus lágrimas y consoló tu corazón, Él cambió tu tristeza en baile y eso es digno de compartir.Jesús le dijo a Martha cuando su hermano Lázaro había muerto:
¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?
Dios quiere mostrarte su gloria y su poder hasta para resucitar lo que está muerto en tu vida, pero así como Martha y María tenían que autorizar que quitaran la piedra de la tumba, **tú tienes dar la orden de quitar la piedra que esconde lo que está muerto en ti.
No temas, dijo Jesús a Jairo, y te lo dice a ti también: Cree solamente. Cree.
Oremos para que avivemos el fuego del Espíritu en nosotros y para que se encienda en los corazones de los que aún no lo experimentan.
Lee Juan 11 y Génesis del 10 al 15.
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