Vino, pues, David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba quemada, y sus mujeres y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos.

1 Samuel 30:3


Tu casa, destruida. Tu colonia, en llamas. Tu familia, secuestrada. Cualquier parecido con la realidad actual es mera coincidencia. Pero esto es historia, no que alguien inventó, es la historia de la tribu de Judá en Israel. Y todo lo que está registrado en la Biblia, está escrito para enseñarnos algo y ponerlo en práctica en el momento en que nos encontremos en una situación similar.

¿Qué haces ante algo así?

La historia dice que los hombres clamaron y lloraron hasta que ya no tuvieron fuerzas.

Pero había una esperanza: sus mujeres y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos. ¡Estaban vivos!

Dios te ha dado emociones, pero también el poder para dominarlas y tomar acciones.

Estos hombres decidieron clamar. Clamar es pedir o requerir una cosa con vehemencia o desesperación; quejarse con gritos, pidiendo favor y ayuda.

Y cuando clamas, esperas una respuesta para actuar y hacer lo que sea necesario ¿verdad?

¿A quién le pides ayuda cuanto te enfrentas a algo desesperante? ¿A quién clamas por gracia y favor?

Podemos caer en el error de pedirle ayuda a los que están alrededor nuestro -y que se encuentran en la misma situación que nosotros- o podemos unirnos en un clamor grupal e ir con alguien de autoridad, que tenga un poder mayor que el nuestro para intervenir.

Si tu esperanza es ver aquello que amas, ¿hasta dónde serías capaz de ir?

No sé tú, pero tratándose de mi familia, yo iría hasta lo más alto, y no me conformaría con menos, y llevaría conmigo más personas para que mi voz se escuche más fuerte.

Dios siempre responde a los que claman a Él y les enseña cosas grandes y ocultas que antes no conocían.

Lee el Salmo 103 y descubre todas las bendiciones de ir ante Dios. Verás que así como es alto el cielo, así de inmenso es el amor y la misericordia que Dios tiene a los que escuchan Su voz y le obedecen.

1er consejo para manejar una crisis y vencer: Acercarme primero a Dios y clamar por Su ayuda.

Oremos para que siempre que nos encontremos ante situaciones desesperadas, busquemos primero a Dios, su gobierno en esa situación y su justicia. Podemos estar seguros que si acudimos a Él, nos guiará a la paz que necesitamos y todo vendrá por añadidura. No olvidemos que no hay lugar más alto ni más seguro que estar a los pies de Jesús.