Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con toda carne que hay sobre la tierra.
Génesis 9:16
Hace tiempo llegaron mis hijos a la escuela y sus maestras habían decorado con un arcoiris la entrada.
Sintiendo la alegría en el ambiente y viendo la escena multicolor no pude evitar preguntarles: ¿se acuerdan porqué Dios puso el arcoiris en el cielo?
Tal vez tú también conoces la historia. Ahora déjame ofrecerte otra perspectiva.
El arcoiris es la muestra visible de los colores que la luz refracta y refleja a través de las gotas de agua, pero para que percibamos el arco es necesario que sea visto por un observador (si me excusan la redundancia).
Entonces, podemos deducir que tú, como observador, percibes la multiforme gracia de Dios en el mundo por la luz que pasa a través de todo lo creado.
¿Si sabes que la palabra de Dios nos dice en Juan 8:12 que Jesucristo es la luz del mundo?
Cuando la luz atraviesa un cuerpo la refleja y la refracta (esto último crea un efecto transformador que hace que se vea diferente).
Pues eso mismo hace Jesús en tu vida, la transforma y esa transformación no sólo la hace visible, sino que hace que reflejes Su luz.
Cada ves que veas el arcoiris recuerda que Dios hizo un pacto con el mundo para preservar la vida, y ese pacto es visible gracias a Su Hijo y que, si permites que entre en tu vida, te transformará y hará que resplandezcas igual que Él con el poder el Padre.
Pídele al Espíritu Santo te lo recuerde y te llene de ese poder para hacer las obras para las que fuiste creado.
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
1 Juan 5:12
Desde el principio, Dios manifestaba su Espíritu y a su Hijo en toda su creación, con el arco Él prometió que a través de su Hijo, Él se iba a acordar de nosotros y no seremos destruidos por el pecado.
Dios lo prometió, lo cumplió y lo cumplirá una vez más.
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