Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Mateo 6:6
La segunda acción es Orar.
¿Crees que Jesús es el Hijo de Dios?
Jesús era un hombre de oración, y si Él que es el hijo de Dios necesitaba estos tiempos, ¡imagínate nosotros!
Jesús reprendió a los judíos que hacían largas oraciones rebuscadas para que la gente los admirara y acudiera a ellos, porque al mismo tiempo estaban alejándolos de Él con sus acciones.
La oración es un diálogo con el Señor, así como cuando tú hablas con alguien de mucha confianza, con quien te expresas con familiaridad y sinceridad, con quienes puedes ser honesto y al mismo tiempo vulnerable, sin temor a sentirte acusado.
Jesús lo que quiere es que tú te acerques con confianza a platicar juntos. ¿No extrañas hablar con esa amistad de años con la que te entiendes perfectamente?
Pues hoy Jesús te dice: ¡extraño hablar contigo! ¡me gusta cuando nos tomamos un tiempo fuera, sin prisas! ¡Yo sé que estás con ocupaciones, pero aunque sea déjame un mensaje de que te acuerdas de mí, me gusta saber de ti!
La advertencia de la acción anterior es la misma: sin fingimientos; tu oración debe ser un encuentro privado y atesorado.
Jesús valora el tiempo contigo, escucharte hablar de lo que sea, tus sueños, tus anhelos, tus decepcione, tus necesidades, tus dudas. Él es la persona de más confianza a quien puedes acudir, Él es el Admirable Consejero.
Salomón fue el rey más sabio antes de Cristo ¡literalmente! Porque Cristo vino a tomar su lugar en sabiduría, poder, dominio y riqueza!
¿No te gustaría decir así como la reina de Sabá: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría; pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído. 1 Reyes 10:6-7
Lee 1 Reyes 10.
Hoy te invitamos a tomarte un tiempecito a solas con Dios, háblale e tus secretos y deja que Él te sorprenda, que puedas ver con tus ojos que no es ni la mitad de lo que te imaginas.
Mañana hablaremos de la recompensa que Dios tiene para los que creen en Él y se acercan en oración.
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