¿Es necesario que nos saquen de nuestra zona de confort y nos escupan en la cara para que se nos quite la ceguera?

¡Escucha la voz de Dios y abre los ojos!

¡Jesús es el Cristo!

Un ciego sanado en Betsaida

Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase.

Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo.

El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan.

Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.
Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.

Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?

Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.

Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy?

Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.

Marcos 8:22-29